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Javiera Boncompte Díaz, una valdiviana que todavía espera justicia

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juanjose“Tú nunca me vas a olvidar”, me dijo un día Juan José. Mi primera sensación fue “qué engreído es este hombre”; fue después de verificar la ecografía de mis doce semanas de un embarazo tan deseado y esperado. Él fue muy preocupado de mi alimentación y la del futuro bebé: “tú llevas algo mío en tú vientre”. Entonces entendí su primera reacción, después de conocer los resultados ecográficos.

Nuestra pequeña nació con 3,30 kg y 49 cm. Se llevaron mi bebé inmediatamente a un cuarto piso y yo quedé en una camilla en el corredor del hospital, con mucho frío y una soledad inmensa. Estaba completamente sola, sin que nadie me preguntara cómo me sentía, si era dolor después de la cesárea, o el dolor de no contar con Juan José, seguramente ambas cosas. Habíamos planeado la llegada de nuestra hija, él estaría allí en el hospital, esperando para dar la bienvenida al fruto de nuestro amor.

Nos vimos obligadas a abandonar el país, ya que mi vida estaba en peligro. Un sacerdote me preguntó si quería que mi hija quedara sin madre también, porque yo no quería irme, no quería desarraigarme de mi querido Chile. Entonces acepté: también era la vida de mi hija y su futuro.

Agradecida de Suecia, el hermoso país que nos acogió, desde el inicio sentí que trataban a mi hija como persona y no como un mueble. Así mi Javiera fue desarrollándose poco a poco, de acuerdo a sus capacidades motoras e intelectuales, con la ayuda de materiales didáctico y otros, y un personal auxiliar con tremenda humanidad para atenderlos; siempre estaré muy agradecida por esa tremenda generosidad y respeto hacia los discapacitados.

Javiera vive con un 100% de daño físico, pero su intelecto no está tan dañado. Fue a una escuela especial para discapacitados, todos iguales a ella, con programas oficiales del Ministerio de Educación sueco. Es así que ella, en segundo año básico, ya mostraba gran habilidad para las matemáticas; su profesora decía que era una pequeña calculadora, yo lo puse en duda y se lo hice saber a su profesora. Fui invitada a su clase: qué orgullosa me sentí, porque ella quería que yo lo supiera y trabajaba sin nerviosismo y muy segura y concentrada. Y no solamente sumas y restas, ya sabía el abecedario sin dificultad.

Debo contar que ella, desde el primer año de escuela, estuvo internada a 55 km de casa, ya que en nuestro pueblo sólo tenemos escuelas para alumnos normales. En todas las sociedades existe la burla hacia los que no son como el resto, y yo no quise que sucediera aquello. Por eso, decidí que participara con sus iguales; y no me equivoqué en lo que me indicaba mi experiencia pedagógica.

Javiera siempre ha sido una niña agradecida de la vida y de las personas que trabajan con ella. Tiene una sonrisa encantadora, para ella cada día es una fiesta; tiene mucha paciencia inclusive con su madre; es tremendamente sociable, ama la música clásica, el teatro, disfruta del humor aún cuando es negro, le gusta bailar, cantar, todo de acuerdo a su capacidad física. Es muy entretenido vivir con ella.

A ella le gusta mucho el grupo “Sol y Lluvia”, sobre todo la canción “Adiós General”. Le gusta mucho la música folklórica y las canciones de protesta; se las sabe casi todas. Ella no puede hablar, pero se expresa corporalmente. Para comunicarse, Javiera utiliza un sistema especial de comunicación llamado “Sistema Bliss”, en el que cada símbolo tiene su significado, y una gramática diferenciada por colores, con pronombres, adjetivos, verbos, sustantivos y preposiciones; en sus lentes tiene una lámpara láser y con ella va indicando sus respuestas o preguntas.

Ella, después del liceo, fue a estudiar a una escuela superior que tiene cursos para discapacitados. Estudió música tres años; es lo que ama, todo tipo de música adaptada para ellos; ahí lo pasó muy bien y disfrutó al máximo sus capacidades intelectuales y sociales. También es enamoradiza y estoy contenta de que disfrute su juventud, no importa donde esté sentada, es una cuestión de actitud.

Hoy vive conmigo, no sé hasta cuándo. En todo caso, tiene derecho a elegir su camino, porque esta sociedad la protege como individuo en sus decisiones.

Javiera Josefina sabe las razones por las que su padre no vive con ella, sino en el cielo. La imagen de su padre es sagrada y lo admira y lo ama a su manera: cuando tiene dificultades inclina sus ojos al cielo tratando de comunicarse con él. Él es muy importante en su vida y todos los días; pero sabe que él nunca volverá a la tierra.

Javiera sabe que los culpables fueron de la dictadura, y principalmente el asesino Pinochet: se irrita mucho con su fotografía. Sabe también que los asesinos de su padre y quienes causaron su discapacidad,  nunca han sido castigados y que siguen impunes en la “democracia” chilena.

A 25 años del asesinato de Juan José Boncompte, exigimos juicio y castigo a los culpables, hasta después de muertas.

Inés Díaz, viuda de Juan  José Boncompte(*).

Suecia, agosto de 2009.

Nota:  Juan José Boncompte Andreu fue asesinado en calle Rubén Darío de Valdivia, en un operativo de la CNI realizado el 23 y 24 de agosto de 1984. El día 23 los funcionarios del siniestro organismo pinochetista detuvieron y trasladaron hasta el sector Estancilla al ingeniero forestal Rogelio Tapia de la Puente y a Raúl Barrientos Matamala. En ese lugar los acribillaron, pretendiendo hacer aparecer el crimen como un “enfrentamiento”. Todos los testimonios y antecedentes recopilados posteriormente desmienten esta versión. El 24 de agosto, los CNI llegaron hasta la casa que arrendaba Boncompte junto a su esposa Inés Díaz, quien se encontraba embarazada. Boncompte corrió igual suerte que sus compañeros Tapia y Barrientos, todos militantes del MIR. Ninguno de estos crímenes ha sido aclarado ni se ha castigado a sus responsables.

Fuente: www.valdivianoticias.cl. Nota final: El Ranco.cl

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