Una de las primeras actividades del Comité Memoria y DDHH, fue ingresar una carta a la intendencia, donde se solicitaba el retiro de una placa que había pasado casi imperceptible para las distintas autoridades en esta veintena de años de democracia en construcción.
La placa en cuestión estaba ubicada en uno de los pilares de la entrada principal y saludaba los primero 10 años del “gobierno militar”. Era un saludo del voluntariado femenino, pero no especificaba de qué voluntariado se trataba.
Esta petición no fue antojadiza, sino que obedece a que -como signo de reparación a las numerosas víctimas de la dictadura- en el nuevo edificio no puede haber, a juicio de las organizaciones de DDHH, símbolos que recuerden y celebren un pasado tan doloroso.
El retiro de la placa fue motivo de alegría para quienes ingresaron esta petición y recordaron la buena acogida que tuvo ésta al momento de formalizarla.
En la carta también se solicitaba que para el acto inaugural del nuevo edificio, se invitara al último intendente democrático desalojado en 1973, Sandor Arancibia, también a modo de reparación y contribución a la memoria. @ER