Gloria Cifuentes Cuadra, Directora Regional de Sernam
Cada vez que ocurre un femicidio, el protocolo de intervención del Servicio Nacional de la Mujer se activa, incluyendo diversas acciones que en un primer momento exigen acudir rápidamente al lugar donde se encuentra la familia de la víctima, para contenerlos en un instante en que poco se puede entender acerca de procesos legales, querellas y en que los trámites funerarios se vuelven una pesada carga, un momento en que como Institución nos importa resguardar el espacio sagrado de quienes vivieron con la víctima, que les permita iniciar el duelo del violento proceso del que son parte.
Luego, damos paso a una etapa de búsqueda de justicia, de actos que hoy -gracias a la Ley N° 20.066, de octubre de 2005- son considerados delitos. Claro está que cada paso incluye la voluntad de los familiares.
Tras cada caso, que se convierte en una fría cifra, hubo una vida con sus particularidades, que abruptamente se trunca. Hoy, frente a la violencia contra las mujeres, nos interesa decir que detrás de cada mujer hubo una persona, con todas las complejidades que eso implica, que dejó una madre o un padre, hermanos, a veces hijos, amigos, quienes de una u otra manera se ven obligados a enfrentar esta realidad.
El acompañamiento posterior, la disposición de atención psicosocial y legal gratuita es una forma en que el Estado hoy se hace cargo. No obstante, como sociedad no podemos seguir permitiendo que el silencio siga siendo nuestro lenguaje, siendo espectadores de las muertes de mujeres, por el sólo hecho de ser tales.
Necesitamos que en cada calle, cada junta de vecinos, cada agrupación y en cada hogar, asumamos la responsabilidad por nuestras hijas, madres, hermanas y amigas; todas las mujeres hoy están expuestas, si no somos capaces de denunciar a tiempo. No podemos seguir escuchando en los funerales de las víctimas decir que “todos sabíamos”…
Nada justifica la violencia contra las mujeres. La mitología asociada que culpa a los celos, el consumo de alcohol, la cesantía, el estrés, la dependencia de drogas, no son causas, sólo son factores de riesgo.
Hoy, las mujeres de nuestra Región y de nuestro país están de duelo: hoy todas somos Fabiola Valdivia Vilo.
