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Chile, ejemplo de protección social

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4965005a684a7Marcelo Vega Reyes

Seremi Gobierno

El modelo de protección social desarrollado por los gobiernos de la Concertación y consolidado bajo el mandato de la Presidenta Michelle Bachelet, que garantiza derechos sociales desde la gestación a la vejez, ha sido considerado como ejemplo a seguir en los países del continente americano.

En reciente reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA), se presentó la “Red Interamericana de Protección Social”, que tiene en la experiencia chilena su principal inspiración. El objetivo de la red es construir una plataforma para intercambiar información sobre las mejores prácticas y experiencias de programas sociales orientados al combate de la pobreza y la desigualdad en las Américas. Dentro de estas políticas, el Programa “Chile Solidario” ocupa un destacado lugar, pues durante sus 7 años de aplicación, permitió reducir la pobreza en el país al 13,7% y la indigencia a 3,2%.

En nuestro país, la protección social ha pasado a ser el sello de los gobiernos de Concertación y se ha constituido en el principal tema de la agenda de la gestión de la Presidenta Bachelet. La incorporación de nuevos programas, así como la consolidación de otros, han permitido extender paulatinamente los beneficios sociales a sectores medios de la población. El adelanto de la tercera etapa de la Reforma Previsional es un ejemplo de ello, pues sólo en la Región de Los Ríos implica llegar con pensiones básicas solidarias y aporte previsional solidario a más de 3.000 nuevas personas. De igual manera ocurre con nuevas becas, que han permitido que jóvenes profesionales también accedan a perfeccionamiento y especialización apoyados por el Gobierno.

El que Chile sea ejemplo de protección social en el continente no es casualidad. Los gobiernos de la Concertación han tomado decisiones acertadas en esta materia, con buenos resultados en materias como la reducción de la pobreza y creación de más y mejores oportunidades. Para alcanzar estos logros ha sido fundamental la presencia de un Estado fuerte, que invierte en tiempos de crisis, y que se reconoce como un aporte al desarrollo y no como un problema, como se plantea desde sectores políticos opuestos.

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