El 5 de octubre conmemoramos un nuevo aniversario del triunfo del no en el referendum mediante el cual el general Pinochet pretendía darle continuidad y legitimidad ciudadana a su dictadura.
Han transcurrido 21 años de esa fecha memorable en la que la gran mayoría de chilenos y chilenas, unidos en una amplia alianza democrática, interrumpieron un modelo político antidemocrático, excluyente y violador de los derechos humanos fundamentales.
Así nace la alianza política más exitosa que haya conocido Chile: la Concertación de Partidos por la Democracia, legitimada por su capacidad de unir fuerzas políticas diversas y por proponer al país un programa de transformaciones en todos los ámbitos de la vida nacional que interpretaba a la gran mayoría de nuestros ciudadanos.
A 21 años del triunfo de no, podemos expresar con orgullo que esa alianza política ha sido capaz de reconstruir material y espiritualmente nuestra patria.
Aquí está la mayor contribución de la Concertación a Chile: hoy podemos mirarnos a los ojos pese a nuestras diferencias, hemos aprendido a resolver pacíficamente nuestros conflictos y contradicciones, los sectores sociales marginados por el modelo de capitalismo salvaje cuentan con un sistema de protección social, los derechos de las personas se extienden y forman parte del más amplio acuerdo social, la infraestructura material del país se ha modernizado a niveles nunca antes vistos; en definitiva la calidad de vida de chilenos y chilenas alcanzo niveles similares al de los países desarrollados.
Estos evidentes éxitos de las políticas públicas aplicadas por los 4 gobiernos de la Concertación nos obligan hoy a reflexionar sobre el futuro, Chile cambio, sus ciudadanos cambiaron y hoy tenemos nuevas tareas que por su magnitud debemos asumir con unidad y firmeza.
Nuestro país debe asumir un nuevo ciclo de modernizaciones, de orden político, económico, social y cultural entre las que destacan: superar la Constitución del 80, asegurar la calidad en los sistemas de educación y salud, garantizar a los sectores medios que sus esfuerzos individuales contaran con los instrumentos necesarios para asegurar su éxito, modernización de la legislación laboral, descentralización efectiva del Estado, reconocimiento constitucional de los derechos políticos para los pueblos originarios, protección del medioambiente y nuestros recursos naturales a través de una nueva legislación, igualdad de género y respeto constitucional para minorías sexuales y la consagración de los derechos humanos como fundamento esencial de la nueva constitución.
Estas tareas constituyen la base de nuestra unidad y estoy seguro que interpretan hoy a la nueva ciudadanía que aspira a niveles superiores de libertad, democracia, igualdad de oportunidades y justicia social.