Luego de un largo periodo de silencio y venciendo una serie de obstáculos, la revista de poesía y literatura unionina «La Locomotora» ha vuelto a circular.
Siempre dirigida por el poeta Cristián Ruiz y con el aporte de diversos creadores y personas ligadas a la cultura local, este número «le trae» entre otros contenidos el texto «Los dueños de la ciudad» de Héctor Véliz, el cuento «Zancudo» de Fernando Barra, poesía mapuche de Jaime Huenun, una reflexión «bodeleriana» del ‘dire’ Cristián Ruiz, unos hermosos «poemas de gatos» y, también, melancólicas fotos de Río Bueno, tomadas por Nelson Rodríguez, quien además las ofició de editor de estos textos.
Reproducimos aquí -sin permiso de nadie y qué fue- la presentación de este primer número del nuevo ciclo de «La Locomotora»:
Nota EDITORIAL
(o contaminación poética necesaria para no sucumbir ni acarrear mala suerte a los suscritos)
¿EL CUENTO DEL TÍO O CUENTO VIEJO?
Hace más de dos años que las paginas humeantes de este referente létrico no aparecían en la escena literaria unionina. Ahí fue cuando muchos lectores (y nosotros mismos) pensamos en que este era otro más de los proyectos muertos que nacen una y otra vez luego de alguna tertulia o reposan en alguna carpeta de nuestro ordenador y que de vez en cuando revisamos soñando con la idea de realizarlos.
Los nexos socio-intelectuales nunca se perdieron. Mantuvimos viva la esperanza mes a mes esperando la ocasión de zarpaje.
Y la ocasión no pudo ser más “propicia”…: el mismísimo día de la importada (¡como tantas!) fiesta de Halloween, nos juntamos unos cuantos “descarriados”, lamentándonos por lo mismo: por la necesidad de unos carros y rieles para “dar una dirección coherente a nuestros rumbos”…. Fue ése el mágico momento en que el ya polvoriento y telarañoso conductor dijo: “…Pero si yo tengo todavía una Locomotora!!”.
Y así, consiguiendo unos carboncitos por aquí, una pala por allá, unos rieles por acullá….¡helo aquí!, con nuevo semblante y conductores nuevos frente a las inclemencias. Pasajeros vehementes esperan cortar sus boletos, mercaderes errabundos intercambiarán mercancías con los tiznados conductores de estos carruajes.
¡Bienvenidos a este nuevo viaje! … tomen asiento y disfruten del panorama.