Energía Nuclear en Chile: Un debate ciudadano

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Muchas son las opiniones respecto a la posible implementación de centrales nucleares en Chile. Por un lado hay quienes se muestran en pro del crecimiento y ven en la radioactividad el mejor camino para sacar al país del subdesarrollo. Pero también hay quienes recuerdan el desastre de Chernóbil y el sólo pensar en energía nuclear les da escalofríos. El debate ya se encuentra en la carpeta del gobierno, pero ahora es sumamente necesario que el tema cobre fuerza donde los efectos de esta decisión tendrá reales consecuencias: en la ciudadanía.

Por Nicolás Rilling y Juan Manuel Villagrán

Pensar en energía nuclear nos hace rápidamente recordar las bombas atómicas que destrozaron Japón en la Segunda Guerra Mundial. La tremenda radiación mató a un país que en 50 años supo sacudirse de este desastre y convertirse así en una de las potencias mundiales del momento. Aunque parezca paradójico, Japón actualmente cuenta con 53 reactores nucleares y piensan construir 14 más antes del 2030. Los orientales y el mundo en general han visto en este tipo de energía la forma más rápida para apalear en parte la gran demanda energética que sufre el mundo entero. Los riesgos son tremendos y cualquier falla puede ser fatal. Sólo un gramo de Plutonio 239, elemento creado por el hombre para la creación de bombas, puede causar la muerte de un millón de personas y emitir radioactividad durante 25 mil años. Así también hay quienes dicen que no hay de qué preocuparse, porque con la tecnología existente nada de esto puede pasar. Juzgue usted.

En el mundo funcionan actualmente más de 430 centrales nucleares, de las cuales siete están instaladas en Latinoamérica. Si bien el riesgo medioambiental es altísimo, los beneficios que trae consigo una planta radioactiva no sólo están ligados a la producción de energía de consumo doméstico. El director del Centro de Física Nuclear de la Universidad de Chile, Roberto Morales, se aventura a decir que, “La energía nuclear es todo y aunque no lo creas, está en todas partes”. Puede parecer extraño, pero este profesor pareciera estar en lo cierto. La medicina, la agricultura, la industria, la minería e incluso beneficios medioambientales podrían traer consigo la implementación de una planta nuclear en el país. “Si queremos ser un país desarrollado, con los altos costos energéticos que esto trae consigo, es casi inevitable el aporte de una central nuclear”, afirma el académico.

Chile cuenta con dos reactores experimentales, donde claramente el más importante es el RECH-1, ubicado en La Reina desde 1974. Esta planta este año generó poco más de 5 mil MW, lo que equivale al 20% del consumo diario que tiene el país. Eso no es todo. El aporte en materia medicinal ha sido un aporte constante durante ya largos años. Sólo en este año se aportó con 1.988 dosis de radiofármacos a clínicas y hospitales.

Al parecer no todo es tan malo como se pinta. Así lo entiende el gobierno, a pesar que las promesas de campaña eran buscar fuentes de energías renovables. “Estamos preparando el capital humano necesario, para así tomar la mejor decisión en el futuro en temas energéticos”, comenta el Ministro de Energía, Ricardo Raineri. Estas fueron algunas de sus declaraciones, luego de un seminario que buscaba provocar el interés de las grandes universidades en estudios de temas energéticos. El miedo es uno solo: los grandes investigadores del tema son pocos y de una avanzada edad, por lo que si no reaccionan ahora, el conocimiento de estas personas se perderán en sus cuatro paredes. Todas estas preocupaciones apuntan a un precipicio que avanza el mundo a pasos agigantados: en el 2030 el consumo de energía actual se duplicará. En el caso de Chile, considerando el crecimiento que ha tenido la industria, se prevé que para esa fecha el 15 por ciento de los aportes energéticos tiene que venir de centrales nucleares y que incluso se elevaría a 35 por ciento en el 2050. Todo esto no suena tan mal, pero ¿qué riesgos se corren al instalar una planta en un país sísmico? “La tecnología está tan avanzada, que esto no es un tema”, dice con seguridad el profesor Morales. Para afirmar esto, el ministro Raineri asegura que, “el reactor de La Reina no sufrió ningún desperfecto luego del pasado terremoto, de hecho siguió funcionando normalmente.”

Si consideramos el poco tiempo con el que se cuenta y la gran demanda energética que se avecina, la energía nuclear asoma como la alternativa más atractiva. La nula emisión de gases de efecto invernadero, la convierten en una buena manera de reducir el tan bullado calentamiento global. De hecho, actualmente el país, para apalear en parte el gasto energético, se han instalado centrales a carbón y gas, que si bien son de rápida instalación, son altamente contaminantes.

Antecedentes radioactivos

Toda actividad que tenga que ver con faenas industriales o de extracción, implica riesgos de accidentes y desastres. Bien lo sabemos en Chile con el reciente accidente de los 33 mineros, tan solo por nombrar un caso emblemático dentro de cientos o miles de desastres de este tipo a lo largo de la reciente historia de nuestro país.

Por supuesto, el manejo de la energía nuclear en el mundo no ha estado exento de lamentables secuelas. En 1986, el accidente de Chernóbil en Ucrania, fue la catástrofe nuclear más grande y conocida de las cuales se tenga registro. A raíz del mal manejo de unas pruebas y mantenciones de la planta, se liberó una importante cantidad de radiación nuclear que dejó un saldo inmediato de 31 personas muertas, sin contar la mortalidad de habitantes europeos que sufrieron los nefastos efectos de este accidente (cáncer, leucemia) con el pasar de los años, lentamente.

Pero más cerca aún, en la ciudad de Goiânia, en Brasil, país que precisamente en estos momentos piensa expandir su programa nuclear, acaeció un accidente de grandes proporciones, al nivel de Chernóbil. Un par de personas tomaron de un hospital totalmente abandonado (que manejaba elementos nucleares) un artefacto de teleterapia que contenía Cesio-137. Fue cosa de tiempo para que la radiación de este artilugio abandonado hiciera valer sus fatales efectos: 4 muertos y decenas de afectados de por vida. Así como en Ucrania y Brasil, han ocurrido accidentes de este tipo en países como Estados Unidos, Inglaterra y Japón.

Los ciudadanos tienen mucho que decir y hacer

“La decisión de comenzar a trabajar decididamente con energía nuclear es un asunto de Estado, no de Gobierno”, comenta Harold Bachmann, cartógrafo y jefe scout. Harold ha trabajado por varios años en proyectos que tienen que ver con la energía, y explica que la sociedad civil tiene que ser más considerada —al menos en la opinión— en temas tan importantes como la energía. “Cuando se discuten estos temas, como por ejemplo en el Congreso, no nos citan como scouts a las comisiones, siendo que tenemos valiosos aportes e informes de nivel mundial elaborados por nosotros”, explica Bachmann.

Los scouts son un ejemplo de organizaciones de la sociedad civil que deberían tener mucha más injerencia en estos temas. La naturaleza es esencial en el método de los scouts, y dentro de este eje claramente ha tomado una fuerte influencia la educación en pro del cuidado del medio ambiente, el reciclaje, y por supuesto, la eficiencia energética.

Cuando se le pregunta acerca de su posición personal acerca del tema de la energía nuclear en Chile, Harold dice que “El riesgo hacia la población siempre está latente, en cualquier tipo de actividad, con casi cualquier tipo de energía. El problema de la energía nuclear es que a pesar de todos los beneficios y recaudos que se pueda tener, si llega a fallar algo, se maximizaría el desastre del accidente, y sería más catastrófico, letal y duradero, que un accidente común y corriente usando otro tipo de energía”.

Una de las más recientes opiniones de la ciudadanía acerca del tema de la energía —y por supuesto de la nuclear entre ellas— se expresó en la II Encuesta del Medio Ambiente, realizada por la Universidad Andrés Bello. Un primer apronte importante es que, poco a poco, a los chilenos les está interesando el tema del desarrollo energético, y en general los temas medioambientales. Un 79 por ciento de los encuestados dijeron que están “preocupados” del tema. En cuanto a la energía nuclear, la opinión es bastante decidora: tan sólo el 10 por ciento de los encuestados cree que es la energía que predominará en el mundo (un 50% cree que será la solar) y un 15 por ciento cree que la nuclear es la energía más contaminante de todas. Distinto es cuando se pregunta por la energía que más impacta negativamente en la biodiversidad, ahí la energía nuclear obtiene un 29 por ciento de las opiniones, superada sólo por las termoeléctricas a carbón. Marcelo Mena, Doctor en Medio ambiente y líder de esta encuesta, dijo en la presentación del estudio que “Se nota un cierto sesgo anti energía nuclear, que si bien no contamina en condiciones normales, presenta algo de rechazo por su historial escaso pero dramático de accidentes”.

Actualmente se habla de un “renacimiento nuclear en el mundo”. Se construyen 59 reactores nucleares en el mundo y se proyectan otros 149. En Latinoamérica Argentina evalúa abrir dos nuevas unidades, mientras México y Brasil también hacen lo propio ¿Y Chile?

El Presidente Piñera dijo en su campaña política que se oponía a este tipo de energía, y que potenciaría energías renovables y más limpias. Sin embargo, todo dice suponer lo contrario. El presidente chileno se reunió con su homologo francés, Nicolás Sarkozy, para hablar del tema y para poner en marcha el tema en Chile. A todo esto se suman las constantes opiniones y acciones emprendidas por el ministro Raineri en pro de esta materia. El ecologista Juan Pablo Orrego indicó a un medio mexicano que “Lo que está apoyando este gobierno, es el meganegocio energético”. Negocio o no, al menos el tema de la energía nuclear está en debate y es necesario que la ciudadanía se informe, para que pueda ejercer su valiosa e influyente opinión.

Nicolás Rilling y Juan Manuel Villagrán

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