“El agua fuente de vida, no al negocio” fue el mensaje con que se dio inicio al Foro Alternativo Mundial del Agua (FAME), que se desarrolló en forma paralela al 6to Foro Mundial del Agua -del 12 al 17 de marzo-, ambos en la ciudad de Marsella (Francia). Cientos de organizaciones de todas partes del mundo se reunieron para presentar sus experiencias y generar grupos de discusión en donde se compartieron alternativas sobre la gestión del agua y acordaron acciones para promover políticas que contrarresten la mercantilización de este recurso. Propósitos nada fáciles en un contexto internacional de crisis, que en vez de promover la solidaridad y políticas donde los estados se hagan responsables del derecho humano al agua, aumenta la tendencia a generar negocios con este recurso natural y la tentación para muchos estados que necesitan arreglar sus finanzas. Se suma a ello una mirada conservadora y asistencialista de muchas organizaciones de los países más desarrollados, que creen que el capitalismo actual -con mayores controles- es una solución para los millones de personas que no tienen agua potable y saneamiento básico. Más lejana aún es la comprensión de los fenómenos de violencia que el agua provoca en los países más pobres, zonas indígenas y comunidades locales, como es la experiencia de Latinoamérica, que ven como el agua se busca y se privatiza como un preciado tesoro por parte de grandes compañías para la generación de electricidad o la explotación minera.
El FAME fue un espacio para los testimonios directos y gráficos de los múltiples dramas sobre al agua, de la escasez y pérdidas de fuentes de agua, de la contaminación creciente en zonas pobres y aisladas y de las modalidades de gestión privada, donde las comunidades reclaman por el lucro que se hace con este bien que circula ante sus ojos. Para muchos ser escuchados es esencial y alimenta el optimismo para seguir trabajando por sus comunidades. Para otros el FAME es el lugar para ordenar las acciones futuras, aquellas que puedan transgredir y romper el ritmo mercantil que los estados promueven para la gestión del agua, o para romper el silencio impune sobre las responsabilidades de gobiernos y empresas ante la desigualdad y violencia creciente que genera la captura del agua para sostener el actual modelo de desarrollo.
En la luchas por el medio ambiente el agua ha logrado generar un espacio común de conversación y de acción desde las diversas culturas y pensamientos. El diagnóstico es compartido y en gran medida también las soluciones que se reflejaron en las declaraciones de la sociedad civil en Marsella. Cambios profundos al modelo de desarrollo y a las tendencias consumistas, para exigir un marco global que prohíba o limite la mercantilización y que tienda una gestión pública y democrática el agua. Acciones que van desde la solidaridad hasta la sanción efectiva del uso especulativo y la corrupción de las empresas en torno al agua. Para todos y todas es clara la responsabilidad de los estados en el desarrollo del derecho humano al agua, pero en Marsella se asentó la idea de que nuevas políticas deben también limitar y castigar la acción de las empresas que contaminan el agua y criminalizan a quienes defienden este recurso.
La participación de las organizaciones se dividió para estar presentes tanto en el Foro alternativo como en el Foro oficial, que reunió a empresas y estados. Muchos esperanzados en que la realidad actual provocará cambios de actitud y acuerdos concretos de los estados, para impulsar de modo decido la resolución de la ONU que establece el derecho humano al agua potable y el saneamiento básico el 2010. Otros ya no creen que esto ocurra y ven al Foro oficial un espacio para enrostrar a los estados sus políticas perversas y mercantiles. Como todo encuentro mundial de esta naturaleza hay un juego de presiones que bien pueden abrir puertas, como ocurrió en el anterior Foro de Estambul 2009, donde hasta Chile firmó una declaración alternativa de estados que promovían el derecho humano al agua.
Pero la crisis es la crisis y no se espera que países –como por ejemplo los europeos- que intentan salvar sus economías y en donde el agua puede ser una buena fuente de ingresos, apoyen estos grandes cambios. El sistema financiero, por su parte, también se encarga de golpear la mesa para decir que no es el momento para políticas más verdes. El agua entró en una guerra fría donde la conciencia ambiental reclama cambios que muchos estados alientan pero, por debajo, las prácticas dicen otra cosa. Basta ver en un mapa de Latinoamérica, cómo las fuentes de agua se superponen con los conflictos actuales y lamentablemente con los muertos.
Por el Foro Mundial oficinal se paseó sonriente el ministro Golborne, al que todos apuestan se pondrá del lado de las políticas privatizadoras. Quizás nada nuevo, pero sería un retroceso comparado a la postura de Chile en el Foro anterior. Nuestro país es reconocido como un icono neoliberal, y aunque no sorprende su gestión privada del agua potable, si lo hacen los múltiples ejemplos de conflictos del agua con la agroindustria, la minería y la energía. Y muchos esperan no escuchar tanta conflicto como la situación de los mapuche o comunidades locales que se resisten ante la irrupción de las grandes empresas. Por los distintos espacios del FAME circularon también Julio Jamett y Juan Villalobos, voceros del Comité de Agua Potable Rural de Caimanes, denunciando la contaminación y el robo de sus afluentes de agua por Antofagasta Minerals -de la familia Luksic- y el peligro de convivir con el tranque de relaves mineros El Mauro, el quinto más grande del mundo. Una historia de abusos que se repite en cada continente.
Las organizaciones que llegaron de Chile se reunieron además con diversas redes y grupos para resolver estrategias regionales y ordenar el trabajo mirando a Río+20. El FAME es un espacio global que permite entender que los problemas son comunes, pero el espacio regional es el que permite visibilizar mejores acciones para buscar cambios. Ya sea desde promover gestiones comunitarias del agua, hasta buscar mecanismos para tener una justicia internacional sobre este recurso. Pues luego de 20 años desde que se firmaron los principales compromisos ambientales en Río de Janeiro en 1992, miles llegarán junio de este año para pedir explicaciones, y para presionar por nuevas políticas que hagan realidad el mensaje que los reunió en Marsella.
Como ha dicho un Fiscal de la Argentina que visitó el Foro, los miembros de los gobiernos que apoyan los abusos de la privatización y los directores de empresas que presionan y se aprovechan de los espacios que permiten lucrar con el agua no le temen a nada, salvo a la cárcel. Y justamente el espacio del FAME dedicado a la justicia internacional sobre el agua fue de los pocos que sesionó en forma permanente cada día. Todos saben que es un tránsito lento generar y mejorar mecanismos para proteger el agua como un derecho humano, pero para muchos jóvenes indignados que circulan por los foros es una posibilidad futura que podría prevenir y sobre todo reparar tanto daño causado y ayudar a la resistencia de miles de comunidades que hoy se ven afectadas. Pues el sueño de ver tras las rejas a tantos abusadores con el agua, dicen, es también un sueño posible.
José Araya
Coordinador Programa Ciudadanía e Interculturalidad.Observatorio Ciudadano