Señor Director:
Si bien, la descentralización permite robustecer la democracia mediante el fortalecimiento de la identidad local y la clarificación de las necesidades públicas, el proceso de regionalización llevado a cabo en Chile, también ha truncado la efectividad de reformas políticas como la elección de gobernadores regionales. Chile, es uno de los países de la OCDE en que el poder político se encuentra más concentrado. Históricamente, las escasas atribuciones de los cargos regionales, el pequeño número de personas que representan, y el hecho de que hayan sido nombrados por el gobierno central, ha impedido que líderes regionales se transformen en figuras políticas nacionales. En este sentido, nuestro país debería tener alrededor de 7 macro regiones, haciendo que la concentración regional de su población sea similar al país medio de la OCDE. También existe un importante desajuste a nivel comunal. Hoy existen comunas que concentran más población que regiones completas, como resultado, la carrera política de alcaldes regionales no tiene proyección y y en las comunas más pobladas de la región metropolitana, este cargo, es usado como un trampolín para puestos nacionales. Finalmente, un sistema político equitativo, que fomente la renovación natural, requiere pensar qué atribuciones debieran tener los distintos cargos públicos, y si estos debieran ser asignados mediante votación popular o por la autoridad superior. Pretendemos abordar estos temas en estudios futuros. En definitiva, el riesgo que aflora es que la elección del gobernador metropolitano sea una especie de pre elección presidencial, en donde las autoridades regionales pasen a un segundo o tercer plano después de los alcaldes santiaguinos. Una señal clara del centralismo imperante.
Gonzalo Valdés
Director del Centro de Políticas Públicas de la U. Andrés Bello