De esta forma recuerda el exgobernador del Ranco, como vivió en estallido social dentro del pasado gobierno. En esta entrevista también hace un descarnado análisis del mundo político, con sus egos y luchas de poder, donde no quiere volver.
11 abril 2022.- Son pocas las exautoridades del gobierno de Sebastian Piñera que han expresado públicamente el temor que se vivió en las filas oficialistas en medio de las movilizaciones sociales de octubre del 2019, como lo hace Alonso Pérez de Arce, quien ejerció como gobernador del Ranco entre marzo de 2018 y junio de 2021, dejando su cargo por problemas de salud. Ya retirado de la política recuerda su paso por la administración pública provincial.
-¿Cómo te vinculaste con el mundo político?
-Desde niño que soy cercano a la política, porque mi madre era dirigente demócratacristiana. En ese tiempo eran las campañas de Gabriel Valdés y Exequiel Silva, pero nunca me sentí identificado con la Democracia Cristiana, estaba ahí porque mi mamá era militante y yo nunca milité. Después me dediqué a estudiar derecho y a la música. Tenía una hermana que era de Renovación Nacional (RN) y ella me invitó a la oficina de Andrés Allamand y así fui entrando en el mundo político e inicié mi carrera en Santiago, donde vivía. Fui candidato a alcalde por San Joaquín, asesoré al senador Carlos Kuschel, trabajé en el Instituto Libertad (ligado a la UDI), hasta que me aburrí de la política y volví a Valdivia, donde retomé mi trabajo como abogado y en la música. Por eso, renuncié a RN, aunque no me fui en mala.
En los últimos años del gobierno de Michelle Bachelet, nuevamente me invitaron a participar en un nuevo proyecto político, que era Evolución Política (Evópoli). Andrés Molina (exdiputado e Intendente de la Araucanía) fue quien me buscó. Me hablaron de un proyecto ligado a la justicia social. Me sumé a Evopoli y logré constituir al partido en la región y quedé como presidente.
-¿Cómo fuiste designado Gobernador del Ranco?
-Me pilló de sorpresa, pero hay muchos factores que influyen, especialmente porque era conocido en La Moneda y don Carlos Kuschel dio buenas referencias de mí. Me llamó la atención que me llamaran por El Ranco, porque estaba radicado en Valdivia.
-¿Hubo muchos cuestionamientos políticos por eso?
-No me llegó ninguna información y nunca lo sentí. Aunque sí apareció una que otra información de prensa, lo que es normal.
-¿Cómo viste el devenir del gobierno de Piñera? Que uno ve que nunca despegó y se vio más derechista que el anterior.
-Partimos con muy buenas intenciones, con proyectos muy ambiciosos que no se pudieron lograr. Siento que se privilegiaron los temas políticos y tampoco tuvimos gente tan tan buena. Cuando estuvo el ministro (Andrés) Chadwick y el subsecretario (Rodrigo) Ubilla había lineamientos políticos; tenía una agenda que cumplir, que era muy intensa.
Fuimos inocentes en querer instalar una agenda sin ver lo que podía pasar. Tuvimos una oposición muy dura en el congreso. Hay muchas cosas que se anunciaron ahora o ahora se piden y estaban en los proyectos de ley que lanzamos el primer año, como la reforma de Carabineros, la modernización de las policías, pero el Parlamento no los aprobó.
-¿Cómo viviste el estallido social desde El Ranco?
-Ese día estaba en el Rally Mobil, llegué a mi casa prendí la tele y no entendía nada de lo que estaba pasando. Casi que estábamos solos con el Intendente (César Asenjo), el Gobernador de Valdivia (que era interino), el general de Carabineros y el director de la PDI. No había ningún político, ni de derecha ni de izquierda. Al día siguiente nos reunimos en la Intendencia y me dijeron que la Plaza de La Unión estaba llena. Les dije a los Carabineros que no intervengan. Mi señora estaba histérica, pensaba que casi me iban a quemar la casa. Todos pensamos que el presidente iba a ser derrocado, por eso se hizo un cambio de gabinete urgente. Pero como imagen país no podíamos dejar que eso pasará, si no estaríamos viviendo lo que pasa en Perú, que cambian los presidentes cada nueve meses.
Afortunadamente, no tuve casos de violaciones a derechos humanos, con eso me voy tranquilo. No me quebraron ni un vidrio de la gobernación. Creo que eso fue porque fuimos prudentes en la forma de actuar.
-¿En esos días ustedes tuvieron contacto con Santiago?
-En Santiago estaban preocupados en como combatían la emergencia. Por eso, las decisiones fueron muy autónomas, por parte de cada intendente o gobernador.
-Siempre se dice que los senadores son lo que mandan: antes se decía del senador (Alfonso) De Urresti y en el pasado gobierno se hablaba de la senadora Ena von Baer. ¿Qué tan cierto es eso?
-No voy a tapar el sol con un dedo, si vemos qué partido tenía más puestos en la administración regional, claramente vemos la injerencia de la senadora.
Hay que ser honesto, cuando hay un gobierno que es minoritario, los parlamentarios toman más fuerza. Incluso, hasta los mismos parlamentarios opositores ejercían presión, porque también se necesitaban los votos de ellos. Pero igualmente cuando uno le dice que no a un parlamentario te hacen la vida imposible.
-En el gobierno pasado hubo un escándalo con la compra de las cajas de alimentos por parte de la intendencia, lo mismo que habló de la prensa sobre Serviu ¿Qué opinión tienes sobre esos casos?
-Cuesta creerlo, pero si lo está diciendo la Contraloría es porque efectivamente hay bases. Me tocó estar en la calle y ver la necesidad de la gente. Tuvimos que armar una logística en muy corto tiempo. Después ver esto en la prensa es triste, porque se juega con la necesidad de las personas y eso no lo voy a compartir nunca.
Sobre Serviu ya no estaba en el gobierno, pero vi la nota. Si hay informes que acreditan irregularidades es grave. Nosotros estamos para cumplir funciones públicas y ojalá hacerlas lo más probo posible.
-¿Por qué renunciaste a Evopoli?
-Los principios que me inspiraban cuando llegué ya no estaban. Partimos con un discurso de justicia social, que me identifica mucho, que después ya no se vio tanto y se notó en las votaciones, que se desviaron más en temas valóricos, alejándose de los problemas que se estaban viviendo en Chile.
-Se puede pensar, desde afuera, que este cambio de lineamientos de Evopoli, respondió más a sus vinculaciones con el gran empresariado.
-Eso también pasó la cuenta. Evopoli se planteaba como una derecha más de centro y cuando se predica hay que ser consecuente con los actos, si no la ciudadanía nos castiga.
-¿Descartas regresar a la política en un futuro cercano o lejano?
-Mis planes están en otra cosa. Cuando viví mi enfermedad muchas cosas pasaron por mi cabeza. Seguí trabajando pese a las molestias, mientras tenía las presiones políticas para que sea candidato parlamentario o constituyente, lo que para mí era imposible, porque tenía que operarme. Me decían “¿Cuál es el problema si no hay impedimento?” Sentí cero empatía humana, solamente miraban los intereses ante una persona que no estaba en condiciones psicológicas, ni físicas para asumir una candidatura. Además, creo que no valió la pena el desgaste que viví en esos tres años. Todo esto me llevó a ver que hay cosas más importantes que tener poder o engrandecer el ego, que se ve mucho en los políticos.
Ya no hay códigos ni caballerosidad en la política. Siempre se han hecho cosas sucias, pero se respetaban límites, que ya no existen. Vi tanta maldad en la política, tantas mentiras que se hablaron solamente porque alguien quiere tu puesto. Siento que hay que hacer los cambios, pero la buena gente se va de la política porque ven tanta cosa sucia y no se quieren ver involucrados en eso. Incluso, esto se ha ido agravando mucho más desde que me fui. Me impresiona cómo al presidente (Gabriel) Boric lo está haciendo pedazos su propio sector político en menos de un mes.