La importancia del suelo: un recurso vivo que debemos proteger

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Por Hardy Cárdenas

Cuando pensamos en los recursos naturales que sostienen nuestra vida, solemos pensar en el agua o el aire. Pero hay un recurso silencioso, a menudo olvidado, que sostiene toda nuestra existencia: el suelo.

El suelo no es simplemente “tierra” bajo nuestros pies. Es un ecosistema vivo, complejo, donde interactúan minerales, materia orgánica, microorganismos, agua y aire. Sin su vitalidad, no existirían los alimentos que consumimos, los bosques que purifican el aire ni la biodiversidad que sostiene nuestras economías rurales.

Hoy más que nunca, es fundamental reconocer que el suelo es finito y frágil. Cada año, miles de hectáreas se degradan en el mundo debido al mal manejo agrícola, la urbanización descontrolada y la pérdida de cobertura vegetal. La erosión, la compactación y la contaminación del suelo avanzan silenciosamente, comprometiendo la seguridad alimentaria y aumentando los efectos del cambio climático.

Proteger el suelo es, en esencia, proteger nuestra vida futura. Prácticas como la agricultura regenerativa, la reforestación, el manejo sostenible de pastizales y la conservación de humedales son caminos que permiten recuperar y fortalecer este recurso vital. Son acciones que no solo mejoran la productividad, sino que también restauran los ciclos naturales del agua, el carbono y la biodiversidad.

La salud del suelo no es solo responsabilidad de los agricultores: es un desafío de toda la sociedad. Desde las políticas públicas hasta las decisiones de consumo, cada elección puede contribuir a regenerar los suelos o seguir deteriorándolos.

Hoy tenemos el conocimiento y las herramientas para revertir el daño. Lo que necesitamos es voluntad. Porque cuidar el suelo no es solo una opción ecológica: es un acto de responsabilidad hacia las generaciones que vienen.

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