La mañana del 28 de julio del año pasado, en la sede de la ONU ubicada en New York, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró que todas las personas del mundo tienen derecho a un medio ambiente saludable. Hoy, cumplido un año de este hito, el mensaje pareciera estar más vigente que nunca.
Con la revolución industrial, la contaminación del aire se convirtió en uno de los principales problemas ambientales que enfrenta la sociedad. La evidencia científica indica que la contaminación se asocia con el aumento de enfermedades respiratorias y la disminución de la esperanza de vida de las personas.
Por ello, la calidad del aire constituye un factor de segregación social en las ciudades, donde el barrio alto se localiza en lugares de buena ventilación, mientras que los barrios populares se localizan en lugares más bajos, con peor ventilación. Las políticas públicas para reducir la contaminación tienen por tanto un fuerte componente de equidad y justicia social, mejorando la calidad de vida de la población más vulnerable.
En nuestro país estas políticas se iniciaron en 1961, con la promulgación del Decreto 144 del Ministerio de Salud, primera normativa orientada a controlar las emisiones, dando lugar a la creación del Instituto de Higiene del Trabajo y Contaminación Atmosférica en 1963. Sin embargo, la ausencia de un enfoque intersectorial limitó desde un inicio su impacto, por lo que en 1970, se crea la Comisión Nacional contra la Contaminación Ambiental, cuya misión era “asesorar al Gobierno, por medio del Ministerio de Salud, en la programación y coordinación de una política gubernamental para prevenir la creciente y masiva contaminación ambiental”.
Esta comisión intersectorial se anticipó más de 20 años a la creación de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), su heredera legal tras la recuperación de la democracia, posicionando a Chile como uno de los países más avanzados en el desarrollo de un marco regulatorio y un sistema de vigilancia para la contaminación atmosférica, hoy administrado por el Ministerio del Medio Ambiente.
Gracias a la articulación intersectorial en el marco del PDA de Valdivia, hemos logrado reducir significativamente la emisión de material particulado y el tiempo de exposición de la población a altos niveles de contaminación, siendo el recambio de calefactores la medida que más ha contribuido al logro de esta meta. Es una buena noticia, pero todavía nos queda un largo camino por recorrer. Todos y todas somos parte del problema, pero también podemos ser parte de la solución.