Redes Femeninas en la Agricultura Sostenible en Latinoamérica y Chile
En Latinoamérica, las mujeres rurales han jugado un rol fundamental en la agricultura, particularmente en las prácticas de agricultura sostenible. A pesar de las barreras sociales y económicas que enfrentan, han demostrado ser agentes de cambio al adoptar e impulsar métodos agrícolas que promueven la conservación de los recursos naturales y el bienestar comunitario. Las redes femeninas en el sector agrícola han emergido como una herramienta clave para fortalecer el liderazgo de las mujeres en la sostenibilidad. A través de la cooperación y el intercambio de conocimientos, las agricultoras pueden enfrentar desafíos comunes, como el cambio climático, la escasez de recursos hídricos y la degradación del suelo, a la vez que promueven prácticas que respetan el medio ambiente. Estos movimientos colectivos no solo están impulsando la economía rural, sino también la resiliencia ambiental en una región que enfrenta graves amenazas ecológicas.
En Chile, las mujeres rurales han venido tomando protagonismo en la transformación hacia una agricultura más sostenible. Organizaciones como la Mesa de la Mujer Rural y programas impulsados por instituciones como INDAP (Instituto de Desarrollo Agropecuario) han promovido la asociatividad entre mujeres, facilitando su acceso a recursos, capacitación y tecnologías que les permitan mejorar sus prácticas agrícolas. Gracias a estas redes, las agricultoras han incorporado prácticas agroecológicas que favorecen la biodiversidad, el manejo sostenible de los suelos y la preservación de los ecosistemas. Además, el trabajo en red permite que las mujeres rurales se apoyen mutuamente, compartan experiencias y soluciones innovadoras, lo que fortalece su capacidad de liderazgo y de participación en los procesos de toma de decisiones a nivel local y regional.
Este tipo de iniciativas es especialmente relevante en un contexto donde la agricultura sostenible se está reconociendo como una de las principales vías para enfrentar los desafíos del cambio climático en América Latina. Las mujeres, muchas veces responsables de la gestión de los recursos naturales en sus comunidades, tienen un rol crucial en la adopción de prácticas que reduzcan la huella ecológica y promuevan la agricultura regenerativa. En Chile, este enfoque se ha traducido en políticas públicas que favorecen el acceso a financiamiento para proyectos agroecológicos y en la creación de espacios de colaboración entre mujeres agricultoras, instituciones gubernamentales y organizaciones no gubernamentales. Así, las redes femeninas en la agricultura no solo están contribuyendo al desarrollo sostenible del sector, sino también al empoderamiento económico y social de las mujeres rurales en todo el continente.
Mujeres rurales impulsando el desarrollo agrícola: El trabajo de INDAP Los Ríos y su directora Alejandra Bartsch
Alejandra Bartsch Carvallo, agricultora de corazón y funcionaria pública, ha dedicado su vida a fortalecer la agricultura en la región, con un enfoque especial en el apoyo a las mujeres rurales. Desde su posición en INDAP, ha impulsado una serie de estrategias para fomentar la colaboración, el trabajo en red y la integración de las mujeres en la gestión agrícola, creando un impacto profundo en las comunidades rurales.
«Soy agricultora además de funcionaria pública, pero agricultora he sido toda mi vida», comenta Alejandra, quien resalta que, aunque sus cargos pueden ser circunstanciales, su vocación por la agricultura es permanente. Con esa misma pasión, ha liderado esfuerzos para empoderar a las mujeres rurales, quienes representan el 57% de los 14.000 usuarios con los que trabaja su equipo en la región. «Es impresionante ver cómo, con amor, sentido de pertenencia y responsabilidad, las mujeres trabajan su tierra», afirma Alejandra, haciendo referencia a las numerosas agricultoras que, muchas veces como jefas de hogar, logran sacar adelante a sus familias a través de su esfuerzo y dedicación.
Uno de los aspectos clave de su trabajo ha sido promover la asociatividad y el cooperativismo entre las mujeres rurales. «Para las mujeres es más fácil trabajar en asociatividad, cooperativismo, unirse y apoyarse mutuamente», explica Alejandra. En este sentido, a través de INDAP y en alianza con otras instituciones como la Comisión Nacional de Riego, ha impulsado proyectos y concursos dirigidos específicamente a las mujeres, permitiéndoles acceder a financiamiento y recursos para mejorar sus condiciones de trabajo.
De acuerdo con Alejandra, la asociatividad permite a las agricultoras no solo enfrentar los desafíos del sector de manera más eficaz, sino también acceder a mejores oportunidades. «El trabajo colaborativo les permite organizarse, hacer proyectos conjuntos y acceder a nuevos mercados», afirma. Y no solo eso: al trabajar juntas, las mujeres pueden compartir conocimientos, experiencias y recursos, lo que mejora su capacidad de gestión y fortalece el impacto de sus actividades en sus comunidades.
Una de las iniciativas más destacadas dentro de este proceso es la creación de jornadas de capacitación para mujeres líderes en el ámbito rural. «En la región, funcionan nuestras Mesas de la Mujer Rural y hemos avanzado en la creación de organizaciones de mujeres a nivel comunal, fortaleciendo su presencia y unión», comenta la Directora Regional del INDAP. Además, dentro de las estrategias de INDAP 2023-2030, se incluye un fuerte énfasis en fortalecer las organizaciones de mujeres y fomentar la formación de liderazgos locales. De hecho, próximamente se llevará a cabo un programa de capacitación dirigido a mujeres jóvenes de entre 18 y 40 años, con el objetivo de capacitarlas en liderazgo y desarrollo personal. Este tipo de iniciativas es fundamental para impulsar una nueva generación de mujeres empoderadas y comprometidas con el desarrollo agrícola y comunitario.
Un factor clave para el éxito de estos proyectos ha sido el apoyo recibido del Gobierno Regional, que ha destinado recursos significativos para apoyar a los agricultores locales. «Nunca antes se había invertido tanto en nuestros agricultores. Estamos recibiendo un respaldo claro y contundente del Gobernador Regional, Luis Cuvertino, quien impulsó un convenio de cuatro años que nos ha permitido obtener recursos provenientes del Royalty de la Minería», destaca Alejandra. Estos fondos, que superan los 5.000 millones de pesos, han sido fundamentales para financiar diversas iniciativas de apoyo a las agricultoras, incluidas las que favorecen la incorporación de tecnología y equipos que facilitan su trabajo diario.
Una de las iniciativas más relevantes en este sentido ha sido el acceso a créditos y financiamiento para la adquisición de vehículos, como camionetas y cuadrimotos, que permiten a las agricultoras transportar sus productos y facilitar su trabajo en el campo. «Estas herramientas no solo les alivian la carga física, sino que también les permiten ser más eficientes y competitivas», agrega Alejandra, señalando que muchas mujeres agricultoras ya están participando en convenios de compras públicas y han logrado abrir nuevos canales de comercialización para sus productos.
Compromiso con la sostenibilidad y la agroecología
Alejandra también hace hincapié en la importancia de incorporar prácticas agrícolas sostenibles en la gestión de las tierras. «En todos nuestros programas de asesoría técnica, incorporamos prácticas enfocadas en la agroecología, la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente», señala. A través de iniciativas como el programa de Transición a la Sustentabilidad (TAS) y proyectos piloto en ganadería regenerativa en zonas como Máfil y Río Bueno, se está promoviendo un enfoque integral y ecológico para la agricultura.
Este compromiso con la sostenibilidad no solo tiene beneficios para el medio ambiente, sino que también ofrece nuevas oportunidades para las agricultoras, quienes están aprendiendo a adoptar técnicas que mejoran la salud de sus suelos y los rendimientos de sus cultivos, al mismo tiempo que protegen los recursos naturales.
El trabajo de Alejandra Bartsch y su equipo en INDAP es un ejemplo de cómo el apoyo institucional, el trabajo en red y la colaboración entre mujeres pueden transformar comunidades enteras. «Las mujeres rurales no solo son el corazón de la agricultura en nuestra región, sino que son clave para el desarrollo económico y social de nuestras localidades», concluye Alejandra, con la convicción de que, a través de la asociatividad y el liderazgo, las mujeres seguirán impulsando el crecimiento y la prosperidad del campo chileno.