El suelo, ese organismo con historia

Por Hardy Cárdenas Quichillao. CEO-Grassland Analysis y fundador de ONG- Suelos Vivos.

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En su artículo, Andrés Arias Pinto realiza una valiosa y necesaria exposición sobre el análisis de suelo como herramienta fundamental para una agricultura eficiente y sostenible.

Link aquí del artículo. 

Coincido plenamente con su llamado a utilizar la ciencia del suelo como base para la toma de decisiones. Sin embargo, quisiera añadir  una reflexión complementaria que ayude a expandir la mirada más allá de lo técnico.

El suelo no es solo un medio inerte que sostiene las plantas; es un organismo vivo, con historia. Cada pedazo de tierra que pisamos guarda en su interior los rastros de procesos antiguos y recientes: lluvias, incendios, laboreos, pastoreos, cosechas, abandonos. No es exagerado afirmar que el suelo tiene residencia y memoria.

Cuando hablo de «residencia», me refiero a su anclaje único a un territorio, a un clima, a una biota. Es decir, su identidad ecológica. La “memoria” del suelo, en tanto, es el registro silencioso de lo que ha pasado sobre y dentro de él. Lo que hoy vemos en un análisis químico o físico es apenas una fotografía; detrás hay un largo video de transformaciones. Y su “base original” –esa roca madre y su contexto geológico– es la genética que lo define en su origen.

Este enfoque no se contrapone al análisis técnico. Al contrario: lo enriquece. Porque no basta con observar lo que el suelo es hoy: hay que entender lo que ha sido y soñar con lo que puede llegar a ser. Esto es clave cuando hablamos de regeneración y sostenibilidad, conceptos que implican tanto sanar heridas como construir futuros.

El desafío no es solo aplicar insumos de forma racional. Es también cultivar una relación con el suelo como si fuera un compañero de viaje. Escucharlo, entenderlo, y actuar con respeto. Desde esa perspectiva, el análisis de suelo no es una hoja con cifras, sino una conversación profunda con un ser que ha estado ahí mucho antes que nosotros y que, con suerte, seguirá estando después.

Invito a quienes trabajan la tierra a incorporar esta mirada. Porque solo reconociendo el alma del suelo seremos capaces de regenerarlo y producir alimentos que realmente nutran cada nación.

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