Suelos ganaderos del sur de Chile: dominancia fúngica y el desafío del equilibrio microbiano

Por Hardy Cárdenas Quichillao Fuente de datos: Grassland Analysis Más de 600 muestras microbiologicas analizadas por Grassland Analysis desde el 2023 al 2025, revelan una fuerte tendencia hacia suelos con alto dominio de hongos, lo que si bien indica madurez biológica, puede limitar la disponibilidad inmediata de nutrientes clave para los sistemas pastoriles. Reequilibrar la vida microbiana es hoy una necesidad para potenciar la productividad sustentable desde abajo: el suelo.

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En los últimos años, la discusión sobre la sustentabilidad en la ganadería ha pasado de enfocarse exclusivamente en emisiones o eficiencia productiva, a mirar con lupa la salud del suelo. Hoy, sabemos que un sistema ganadero verdaderamente regenerativo comienza desde abajo: en la microbiología del suelo. Desde 2023, en Grassland Analysis hemos venido monitoreando sistemáticamente los suelos ganaderos del sur de Chile mediante análisis microbiológicos. A la fecha, hemos recopilado y evaluado más de 600 muestras de suelos de sistemas pastoriles, tomadas a lo largo de todas las estaciones del año —desde verano 2023 hasta otoño 2025—, lo que nos permite detectar tendencias relevantes y, sobre todo, entender qué tan vivos están nuestros suelos y cómo se están comportando.

Una de las variables clave en nuestros análisis es la relación hongos:bacterias (F:B), ya que refleja el equilibrio entre dos grupos fundamentales para la fertilidad biológica. En los datos analizados entre 2023 y 2025, observamos una tendencia marcada hacia suelos con dominancia fúngica, con una media general de 72,4% de hongos y 27,6% de bacterias, lo que implica una relación promedio de 2,63:1. Este patrón se repite consistentemente en potreros manejados bajo pastoreo extensivo o indicadores de sobrepastoreos altos. Sin embargo, en predios que han adoptado prácticas de pastoreo regenerativo, hemos identificado una mejora progresiva en los indicadores bacterianos, tendiendo hacia un equilibrio más cercano al ideal (1:1). En contraste, los sistemas convencionales de pastoreo mantienen relaciones fúngicas más elevadas y estables, sin mostrar esta evolución positiva en la microbiología del suelo.

Esta tendencia no es casual. Se relaciona directamente con la fuente predominante de materia orgánica en estos sistemas: las bostas y orines del ganado, que se depositan de forma directa sobre el suelo. Estos residuos, ricos en lignina, celulosa y compuestos parcialmente digeridos, favorecen el desarrollo de comunidades fúngicas especializadas en descomposición lenta y en la formación de agregados estables. Esta observación concuerda con hallazgos internacionales sobre comunidades microbianas en pastizales naturales y manejados (de Vries et al., 2006; Six et al., 2006).

Los hongos, especialmente los saprótrofos (descomponedores de materia orgánica muerta) y los micorrícicos (asociados a las raíces), son esenciales para la formación de estructura del suelo, la retención de carbono y la cooperación con las plantas para la absorción de nutrientes clave. Sin embargo, una dominancia excesiva de hongos puede limitar la disponibilidad inmediata de nutrientes para las plantas, ya que las bacterias —a menudo subrepresentadas en estos suelos— son claves en la mineralización rápida del nitrógeno, fósforo y azufre (Sylvia et al., 2005; Ingham, 2009).

En este equilibrio microbiano, el pH del suelo cumple un rol fundamental. Los suelos con pH levemente ácido, entre 5,8 y 6,5, como los observados en los predios regenerativos, son los que mejor favorecen tanto la disponibilidad de nutrientes como la actividad biológica integral. El pH actúa como un regulador maestro: cuando está en rangos adecuados, permite que bacterias y hongos prosperen, evita la toxicidad por aluminio y favorece la absorción de macro y micronutrientes esenciales para el crecimiento de las praderas.

El pH del suelo no solo regula la disponibilidad de nutrientes, sino que condiciona directamente la estructura de la comunidad microbiana. En el sur de Chile, los suelos de origen volcánico, ricos en materia orgánica y con climas de alta pluviometría, tienden a presentar un pH naturalmente ácido, generalmente entre 4,8 y 5,8, según estudios del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y la literatura técnico-científica nacional (Mella et al., 2015). Este nivel de acidez favorece ecosistemas con dominancia fúngica, ya que los hongos toleran mejor estos rangos y prosperan donde las bacterias tienen menor actividad. Sin embargo, a medida que el pH se acerca a la neutralidad (pH 6,5–7,0) —producto de manejos regenerativos, encalados suaves o mayor reciclaje biológico—, se estimula el desarrollo bacteriano, generando suelos con ciclos de nutrientes más dinámicos y disponibles. Esta relación ha sido ampliamente descrita por estudios como Rousk et al. (2010), quienes demostraron que el pH es uno de los principales determinantes del equilibrio hongos:bacterias en suelos agrícolas.

En resumen, la mayoría de los suelos analizados presentan una biología madura, estructuralmente estable y rica en carbono, pero con desequilibrios microbianos que pueden limitar el potencial productivo de las praderas. Desde Grassland Analysis entendemos que no basta con que el suelo esté vivo, debe estar equilibrado. Para lograrlo, recomendamos prácticas que estimulen la fracción bacteriana sin dañar la estabilidad fúngica, tales como:

  • Aplicación superficial de guano de gallina o compostado.
  • Uso de bacterias.
  • Uso de té de compost o bioles con predominancia bacteriana.
  • Incorporación de residuos vegetales de rápida descomposición.
  • Diseño de rotaciones de pastoreo que estimulen la actividad rizosférica, para este es clave tener pastoreos que tengan bajo niveles de sobrepastoreo y no solo productivo que es una consecuencia.
  • También tenemos plena conciencia de que estos resultados son un diagnóstico preliminar basado en proporciones funcionales, y que el siguiente paso en esta ruta regenerativa es identificar las especies microbianas presentes mediante análisis de ADN del suelo. Este enfoque permitirá distinguir qué tipos de hongos y bacterias están cumpliendo funciones clave, y avanzar hacia un manejo mucho más preciso, eficiente y sostenible.

Estos avances en la biología del suelo tienen un correlato tangible: mejoras sostenidas en la fertilidad química. Así lo confirman los últimos análisis de predios como Los Castaños, comuna de Río Bueno (muestreo febrero 2025), donde indicadores como el fósforo Olsen, el potasio intercambiable, el calcio y el nitrógeno total se encuentran muy por encima de los rangos mínimos para praderas productivas. Estas mejoras no son producto del azar, sino del manejo regenerativo aplicado en los potreros —con rotaciones controladas, cobertura constante y aplicación racional de materia orgánica— que en paralelo ha estimulado el equilibrio microbiológico (hongos-bacterias), el pH ideal y el ciclo natural de nutrientes.

Este resultado refuerza la hipótesis de que un suelo con vida microbiana activa, pH equilibrado y diversidad funcional no solo es más resiliente, sino también más fértil y productivo, consolidando así la unión entre agricultura regenerativa y eficiencia productiva

📊 Síntesis de resultados (Grassland Analysis 2023–2025)

Año de inicio del monitoreo microbiológico: 2023
Cobertura temporal: muestras recolectadas en todas las estaciones, desde verano 2023 hasta otoño 2025
Total de clientes analizados: 32
Total de muestras procesadas: 613
Promedio de hongos: 72,4%
Promedio de bacterias: 27,6%
Relación hongos:bacterias: 2,63:1
📚 Fuentes científicas:

Ingham, E.R. (2009). Soil Biology Primer, USDA/NRCS.
Sylvia, D. M. et al. (2005). Principles and Applications of Soil Microbiology. Pearson Education.
Six, J. et al. (2006). Bacterial and fungal contributions to carbon sequestration in agroecosystems. Soil Science Society of America Journal, 70(2), 555–569.
Rillig, M. C. et al. (2002). Contribution of arbuscular mycorrhizal fungi to soil carbon pools. Plant and Soil, 233(2), 167–177.
de Vries, F.T. et al. (2006). Grazing-induced changes in plant-soil feedback alter plant biomass allocation. Ecology Letters, 9(10), 1040–1048.
Mella, D., Zuñiga, F., & Stolpe, N. (2015). Propiedades químicas de suelos agrícolas del sur de Chile. INIA Boletín Técnico N° 236.
Rousk, J., Brookes, P. C., & Bååth, E. (2010). The microbial PLFA composition as affected by pH in an arable soil. Soil Biology and Biochemistry, 42(3), 516–520.

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