Cada 5 de junio celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente. Este año, más que conmemorar, es urgente reconocer y visibilizar a quienes están haciendo la diferencia desde lo profundo: el suelo. Porque regenerar el suelo no es solo una acción técnica; es una declaración política, económica y ecológica frente al modelo productivo dominante que ha llevado al planeta al límite.
En Chile, Colombia y Francia, decenas de productores están liderando una transformación silenciosa pero poderosa. Desde Río Bueno hasta Puerto Montt, pasando por Los Muermos, y cruzando la cordillera hasta Manizales y Villavicencio, hombres y mujeres del campo están adoptando sistemas regenerativos. Han cambiado el monocultivo por la diversidad, el uso intensivo de insumos por el manejo biológico, el extractivismo por el cuidado de la vida en el suelo. Son ganaderos y agricultores que entienden que su rentabilidad futura depende de cómo traten hoy su tierra, su agua, su bosque.
Desde Grassland Analysis hemos tenido el privilegio de acompañar ese proceso. No se trata solo de datos o informes: se trata de historias reales de resiliencia, innovación y compromiso con la vida. Productores que, al regenerar sus predios, están mejorando la infiltración del agua, aumentando el carbono orgánico, recuperando praderas y alimentando animales sanos sin destruir su entorno.
Y esta red crece: también contamos con un cliente en Francia, que ha decidido implementar sistemas regenerativos adaptados a su contexto europeo, demostrando que esta visión no tiene fronteras cuando se trata de cuidar la tierra.
En un mundo que clama por soluciones frente al cambio climático, la crisis del agua y la pérdida de biodiversidad, estos productores son los verdaderos líderes ambientales de nuestro tiempo. No visten corbatas ni aparecen en las portadas de revistas, pero están haciendo el trabajo duro donde más se necesita: en el campo.
En este Día Mundial del Medio Ambiente, miremos al suelo, a quienes lo cuidan y a quienes producen alimento regenerando la vida. Porque el futuro se construye desde abajo. Y ya empezó.