El 5° Encuentro Regional de Comités de Agua Potable Rural (APR), realizado en el gimnasio de la Escuela N°2 de La Unión y convocado por la Corporación Regional de APRs de Los Ríos, no fue simplemente una reunión más de dirigentes y autoridades. Fue, sobre todo, un reflejo de la urgencia que enfrentan cientos de comunidades de la Región de Los Ríos: miles de familias que aún esperan acceder a agua potable, y decenas de comités que sobreviven con dificultades económicas, administrativas y energéticas.
El gobernador regional Luis Alfonso Cuvertino Gómez fue claro en reconocer que el Gobierno Regional ha estado limitado para apoyar a los APR en situaciones de emergencia. “Cuando se quema una bomba o se requieren filtros, las soluciones actuales —como los camiones aljibe— no son suficientes y resultan más caras para el Estado”, advirtió. También anunció que ya existen planes piloto con energía fotovoltaica, como en Isla Guapi y pronto en La Mancera, que podrían ser replicados para reducir los altos costos de operación de los comités.
Por su parte, Fernando Muñoz, presidente de la Corporación Regional de APRs de Los Ríos, expuso con crudeza la magnitud del problema: más de 11 mil familias sin acceso a agua potable en la región. Denunció que hay comités con 10, 20 e incluso 30 años de espera. Y subrayó la urgencia de avanzar en sostenibilidad, tanto con energías renovables como con un fondo especial para enfrentar emergencias.
Ambas voces coinciden en lo esencial: el agua no puede seguir siendo una deuda pendiente. Pero también plantean un desafío mayor: proteger las fuentes. Porque sin cuencas saludables, no habrá APR que resista.
Aquí es donde Los Ríos puede dar un paso adelante y convertirse en un ejemplo para el país. No basta con más infraestructura; necesitamos una visión integral que convoque a todas las entidades: gobiernos locales, regionales y centrales, universidades, centros de investigación, organizaciones comunitarias y, también, al mundo productivo.
La clave está en recuperar los ecosistemas desde el suelo, porque es en él donde comienza el ciclo del agua. Solo un suelo vivo, fértil y con capacidad de retener humedad puede permitir que el agua recupere sus círculos naturales. Y esto no es solo un concepto técnico: es una condición para que las comunidades rurales sigan existiendo. Hoy, la degradación del suelo empuja a muchas familias a abandonar el campo y migrar a la ciudad, perdiendo no solo su forma de vida, sino también el arraigo cultural y comunitario.
Un ejemplo lo encontramos en España, donde tras décadas de desertificación y despoblamiento rural, se ha entendido que la regeneración del suelo y del agua es la base para un nuevo renacer del campo. Allí, muchas personas están regresando a la vida rural, apostando por el autoconsumo, la producción de alimentos sanos y una forma de vivir que nunca debió haberse abandonado.
En Los Ríos tenemos todas las condiciones para evitar que el éxodo rural se profundice. Apostar por la ganadería regenerativa, la agroecología y sistemas productivos respetuosos del agua y el suelo no es una opción romántica, sino una necesidad estratégica.
El editorial que nace de este encuentro es claro: Los Ríos tiene la oportunidad histórica de articular a sus comunidades en torno al agua y al suelo como bienes comunes, y de impulsar un modelo de desarrollo que combine acceso, sustentabilidad y regeneración. Solo así podremos garantizar no solo agua potable para las familias, sino también un futuro posible para vivir, trabajar y producir en el campo.