La ciencia detrás del bebedero: forma, ubicación, sombra y la sustentabilidad del sistema

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En ganadería regenerativa, pocas veces se reconoce cuánto influye un detalle aparentemente menor: el diseño, la sombra y la ubicación del bebedero. No alcanza con tener agua en la parcela; lo determinante es cómo y dónde está dispuesta.

Ya a inicios de los años 2000, en Campo Grande, comenzamos a comparar bebederos en corredores y en potreros. La diferencia era visible: en el corredor, los animales dominantes ocupaban el espacio, permanecían más tiempo en la sombra y bebían mucho más. En cambio, los subordinados y los intermedios apenas lograban acceder. Los datos fueron claros:

Los dominantes visitaban el bebedero del corredor 1,1 veces por día, frente a 3,5 veces cuando el agua estaba en la parcela.

En el corredor, los dominantes llegaban a beber solo un tercio del agua que necesitaban, mientras que subordinados e intermedios prácticamente no bebían.

En el potrero, con bebederos bien dimensionados, todos los animales —dominantes, intermedios y subordinados— accedían al agua en igualdad de condiciones.

El impacto no se limitaba al consumo. También se veía en el campo: la cantidad de bostas anilladas alrededor de los bebederos disminuía al ponerlos en la parcela, y con ello mejoraba la distribución de nutrientes y la actividad biológica del suelo.

Otro factor clave es la sombra. Cuando el bebedero está en el corredor bajo sombra, los animales pasan allí casi el doble de minutos por hora en comparación con un bebedero ubicado en la sombra dentro del potrero. Ese exceso de permanencia genera concentración, competencia y desigualdad. La ubicación ideal no es ni en la esquina ni en el centro absoluto de la parcela, sino en un punto estratégico que equilibre accesibilidad, distancia a la sombra y relación con comederos o saleros. En definitiva, el agua debe invitar a la movilidad, no al hacinamiento.

Pero había otra pregunta clave: ¿importa la forma del bebedero?

Sí, y mucho. Las pruebas compararon bebederos rectangulares, cuadrados y redondos. En los rectangulares, un animal dominante podía bloquear el acceso y excluir al resto, reforzando la jerarquía. En cambio, los redondos mostraron resultados notables:
Un 95% más de visitas que los rectangulares.
Una reducción drástica de la dominancia (del 50–60% en rectangulares a mínimos en redondos).

Mayor acceso para animales con guampas, que encontraban un espacio más equitativo.
Estos hallazgos se validaron con modelos estadísticos de regresión y correlación lineal, en colaboración con la Universidad de Santa Catarina y con la participación de Marcos Rivero, quien publicó parte de estos trabajos hacia 2003–2004.

Hoy, dos décadas después, muchos productores usan bebederos redondos en sus potreros, sin saber que detrás de esa práctica hay años de investigación, tesis y modelos científicos que probaron que la forma, la sombra y la ubicación del bebedero definen la equidad de acceso al agua, la distribución de bostas y, en definitiva, la sustentabilidad del sistema.

Lo que parece un simple detalle es, en realidad, un pilar de la productividad y del suelo vivo. Porque un bebedero no es solo un bebedero: es la llave de la igualdad dentro del rodeo y de la regeneración en el campo.

Por Ángel Gustavo de Bulnes , asesor PRV y Hardy Cárdenas
Asesor en ganadería regenerativa 

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