Chile: una ruta de humo, cenizas y muerte

Por Fernando Alex Cortés Tello, Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud U.Central sede Región de Coquimbo

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El nuevo Informe Mundial sobre el Tabaco 2025 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que el mundo avanza, pero lento: uno de cada cinco adultos sigue fumando. La meta de reducción del 30 % al 2025 se aleja con cada cigarrillo encendido. Las industrias del tabaco mutan, disfrazan su presencia y seducen con nuevos formatos para el consumo, mientras la muerte avanza dejando una huella de colillas, cenizas y desolación: más de 8 millones de vidas se pierden cada año por su causa.

El consumo de tabaco daña casi todos los órganos: causa Cáncer, enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, infarto, Accidente Cerebro Vascular, entre otras. Debilita el sistema inmune, reduce la fertilidad y acelera el envejecimiento. Cada año provoca millones de muertes evitables, junto a un alto costo emocional y social.

En Chile, el humo de tabaco persiste y ahoga. Con una prevalencia cercana al 28,6 %, seguimos liderando el consumo en América Latina. Cada día, 52 personas mueren por enfermedades asociadas al consumo de tabaco. El costo sanitario supera el 0,8 % del PIB nacional, una cifra que ahoga tanto como el aire viciado que respiramos.

Sin embargo, hay señales de esperanza: el consumo escolar diario bajó a un 1,3 %, y el país ha incorporado la cesación tabáquica como prestación GES este 2025, el que ofrecerá apoyo psicológico y terapia farmacológica a mayores de 25 años que deseen dejar de fumar. Sobre todo, si pensamos que más del 60% de los fumadores refiere querer abandonar el hábito.

Chile ha implementado una política antitabaco integral en línea con el Convenio Marco de la OMS, el que incluye espacios 100% libres de humo de tabaco, advertencias gráficas en cajetillas, prohibición total de publicidad y patrocinio a eventos, restricción de venta a menores, altos impuestos y vigilancia sobre vapeo y cigarrillos electrónicos.

A nivel global, las estrategias exitosas se resumen en MPOWER de la OMS: monitoreo, protección del humo ajeno, ayuda para dejar de fumar, advertencias sanitarias, control de publicidad y aumento de impuestos. Países como Uruguay, Australia y Reino Unido son referentes: combinaron fiscalización, empaquetado neutro y programas sostenidos de prevención, logrando reducciones notables en consumo y mortalidad asociada.

La familia, los amigos y la comunidad son el primer escudo contra el tabaco: modelan hábitos, sostienen la cesación y promueven entornos libres de humo. La escuela, la universidad y el trabajo refuerzan esta red mediante educación, apoyo y normas que protegen la salud colectiva.

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