¿Y si el cobre no solo subiera, sino que rompiera todos los récords? Imaginemos por un momento que el metal rojo supera los US$ 6 la libra algo que hoy suena audaz, pero que varias proyecciones más optimistas no descartan. ¿Qué implicancias tendría este escenario para Chile en los próximos años en inversión, empleo, finanzas públicas y competitividad?
Para entender el escenario, conviene mirar primero las pistas que ya hoy apuntan hacia esa posibilidad. Por ejemplo, Bank of America ha elevado sus expectativas hasta US$ 5,13/lb en 2026 y US$ 6,12/lb en 2027 argumentando una oferta global ajustada y demanda robusta ligada a la transición energética. Aunque no todas las instituciones comparten ese optimismo: COCHILCO mantiene una proyección más cauta de US$ 4,25 por libra en 2025–2026.
Ahora bien, si ese precio récord se concretara (US$ 6 o más), el impacto en Chile podría ser profundo y de múltiples capas:
Expansión de proyectos y avalancha inversora
Un precio tan elevado motivaría la aceleración de proyectos que hoy están en carpeta. La cartera minera al 2030 contiene más de 53 iniciativas con inversiones por US$ 73.655 millones entre cobre, oro, litio y otros minerales. Muchos de esos proyectos podrían moverse de fase exploratoria a fase ejecutiva con mayor rapidez bajo un entorno de precios altos.
Además, algunas grandes jugadas ya están en marcha: el proyecto Los Bronces Integrado (subsidiaria de Anglo American en Chile) pretende sumar hasta 380.000 toneladas de producción tras transformar su operación hacia subterránea. Y más aun, recientemente Anglo American y Codelco concretaron un acuerdo para operar conjuntamente sus minas Andina y Los Bronces, con miras a desbloquear 2,7 millones de toneladas adicionales de cobre durante 21 años, siempre que consigan permisos hacia 2030. Esto sugiere que en un contexto de precios récord, muchas alianzas e inversiones podrían acelerarse.
Recaudaciones fiscales, superávits y ahorro
Con el cobre por encima de los US$ 6, los ingresos fiscales relacionados a la minería crecerían explosivamente. Más allá del royalty elevado instaurado recientemente, el Estado capturaría una porción mucho mayor de las rentas extraordinarias del sector. Esa recaudación adicional permitiría aliviar déficit, financiar inversiones sociales, o reforzar fondos de estabilización para amortiguar futuras caídas del metal. Pero ojo, esos excedentes deberían manejarse con cautela para no generar gasto descontrolado ni depender del ciclo externo.
Tipo de cambio, inflación y efectos en otros sectores
Un cobre sobreelevado generaría una presión apreciadora sobre el peso chileno: más divisas entran, el dólar tiende a bajar. Eso ayudaría a contener la inflación importada y abaratar costos externos. Pero no todo sería color de rosa: ese efecto apreciador también puede “asfixiar” a los exportadores no mineros (agricultura, manufactura, turismo) al encarecer sus productos en moneda extranjera. Es el fenómeno clásico de la “enfermedad holandesa”: demasiada dependencia de un recurso, que hace que el resto de la economía pierda terreno.
Por otro lado, si el cobre hubiese subido de forma abrupta, podría generarse una brecha entre expectativas y realidades locales (salarios, costos), lo que podría tensionar la inflación doméstica.
Riesgos y condicionantes
Sin embargo, un escenario de US$ 6 no será fácil. Entre los obstáculos: Delays en permisos y conflictos sociales: los proyectos más ambiciosos podrían retrasarse por impugnaciones ambientales o falta de licencia social. Costos crecientes: energéticos, hídricos, tecnológicos.
La minería hoy debe apostar por desalación, energía renovable, tecnologías más limpias, lo que encarece la ejecución. Volatilidad externa: un desbalance macro global (recesión mundial, caída de demanda en China, tasas de interés al alza) podría revertir esas expectativas asumidas. Capacidad de absorción interna: no solo basta con invertir rápido; hay que tener personal, proveedores, infraestructura logística para que esos proyectos funcionen eficientemente sin cuellos de botella.
Si el cobre superara los US$ 6 la libra, Chile vería un salto económico significativo: aumento vertiginoso de inversión minera, ingresos fiscales elevados y un impulso al tipo de cambio favorable. Pero esa bonanza no vendría sin desafíos: la clave estará en la gestión del recurso, en evitar desequilibrios estructurales, diversificar la economía y convertir esa renta mineral en auténtico desarrollo sostenible.
Ese sería el gran ejercicio de responsabilidad para Chile: aprovechar un superciclo, pero sin depender de él, para que cuando el cobre baje como ha ocurrido tantas veces las bases productivas no se desmoronen. ¿Tenemos la institucionalidad, visión y cohesión social para lograrlo? Ese será el verdadero test para la próxima década.




