Bill Gates y el dilema climático: bienestar humano o bienestar planetario

Por Hardy Cárdenas Quichillao, Director de Grassland Analysis y Diario El Ranco

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El magnate tecnológico Bill Gates ha dado un giro que sacudió el debate climático global. En una carta publicada en su sitio web, días antes de la COP30 que se celebrará en Brasil, y difundida por el medio alemán DW el 29 de octubre de 2025, el fundador de Microsoft desafió el consenso ambientalista al afirmar que “el cambio climático no conducirá a la desaparición de la humanidad” y que la lucha contra la pobreza y las enfermedades debería ser la verdadera prioridad mundial.

Gates —reconocido impulsor de las tecnologías verdes a través de su organización Breakthrough Energy— presentó en su texto las que denominó “Tres duras verdades sobre el clima”:

-El cambio climático no acabará con la civilización.

-La temperatura no es la mejor medida del progreso.

-La salud y la prosperidad son las defensas más sólidas frente a la desestabilización climática.

Aunque reconoce las “graves consecuencias” del calentamiento global, Gates sostiene que las personas “podrán vivir y prosperar en la mayoría de los lugares del planeta” en las próximas décadas. Su enfoque, en esencia, busca priorizar el bienestar humano inmediato sobre las metas climáticas globales.

Sin embargo, la comunidad científica reaccionó con firmeza. La climatóloga Rachel Cleetus, de la Unión de Científicos Preocupados, advirtió que Gates “plantea un marco erróneo que contrapone la mejora de la calidad de vida a los objetivos climáticos basados en la ciencia”. A su vez, Michael Mann, del Penn Center for Science, Sustainability & the Media, afirmó que la crisis climática “es la mayor amenaza para las naciones en desarrollo”.

Desde Grassland Analysis, coincidimos con esa mirada crítica. El bienestar humano no puede construirse sobre ecosistemas enfermos.

Combatir la pobreza sin regenerar los suelos, sin restaurar los bosques y sin cuidar el agua es una solución superficial que posterga el problema real.

En el mundo agropecuario —donde cada día observamos los efectos de la degradación del suelo— la evidencia es contundente: sin vida biológica en el suelo, no hay productividad ni resiliencia. Por eso, cualquier modelo que aspire al bienestar debe comenzar desde la base: suelo sano, agua viva y naturaleza equilibrada.

No se trata de elegir entre salvar a la gente o salvar al planeta.

Se trata de comprender que sin equilibrio ecológico no hay futuro posible. La pobreza y la crisis ambiental son parte de una misma ecuación: la desconexión con las leyes naturales.
El cambio climático no es una ideología ni una exageración mediática; es la consecuencia directa de haber roto los ciclos que sostienen la vida.

Si queremos erradicar la pobreza, debemos primero regenerar la tierra.
Y si de verdad queremos bienestar humano, debemos comenzar por restaurar el bienestar del planeta.

 El futuro no se negocia con la naturaleza; se construye junto a ella.

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