La gordofobia de Armando Quezada

spot_img

Señor Director

Quisiera llamar la atención sobre un tema que, pese a haber sido ampliamente abordado a nivel mundial en los últimos años, lamentablemente sigue normalizado en muchos espacios de la vida pública y privada: la gordofobia.

Organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud y diversos movimientos sociales han advertido que la discriminación hacia personas con sobrepeso u obesidad no solo afecta profundamente la autoestima y la salud mental de quienes la padecen, sino que además refuerza estereotipos nocivos, fomenta la exclusión y perpetúa desigualdades. En muchos países se avanza en políticas públicas y campañas para erradicar esta forma de violencia simbólica, recordando que el cuerpo de una persona no puede ni debe ser utilizado como motivo de burla o desprecio.

Sin embargo, en nuestra propia provincia observamos cómo estas actitudes persisten impunes y, peor aún, son replicadas por figuras públicas que debieran promover el respeto y la convivencia democrática. Me refiero al exconsejero regional Armando Quezada, hermano del actual alcalde de La Unión, quien, en su rol informal de vocero de la actual administración municipal, utiliza de manera reiterada su cuenta personal de Facebook para atacar a quienes considera adversarios políticos o personales.

Más allá del legítimo debate político, lo que resulta inaceptable es que el señor Quezada incurra en descalificaciones de carácter personal, centradas en aspectos físicos. Casos evidentes son los ataques dirigidos al abogado Patricio Muñoz, exasesor jurídico del municipio, y al exalcalde Andrés Reinoso, ambos objeto de comentarios ofensivos y videos en los que Quezada se mofa de su peso corporal.

Este comportamiento no solo refleja una falta de respeto hacia la dignidad de las personas, sino que también contribuye a normalizar la gordofobia en espacios públicos como las redes sociales, donde estas conductas se amplifican. Cabe recordar, además, que el señor Quezada fue destituido en 2021 como consejero regional por graves faltas a la probidad, e inhabilitado por cinco años para ejercer cargos públicos. Resulta, por tanto, doblemente preocupante que alguien con tal historial se arrogue la autoridad moral para denostar a otros.

Conviene recordar que el peso de una persona puede cambiar; la falta de respeto y la ignorancia, en cambio, tienden a persistir.

Es urgente que como sociedad rechacemos este tipo de conductas, vengan de donde vengan, y avancemos hacia una convivencia basada en el respeto, la empatía y el reconocimiento de la dignidad de todas las personas, más allá de su apariencia física.

Atentamente,
Pablo Pinuer Muñoz

spot_img

MÁS NOTICIAS

spot_img