Permisología y desarrollo: no confundamos agilidad con impunidad

Editorial | Diario El Ranco

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Esta  semana, la Universidad San Sebastián dio a conocer el Índice de Costo Económico por Permisología (ICEP), revelando que la Región de Los Ríos habría perdido inversiones por más de US$32 millones y la posibilidad de generar 1.400 empleos, debido a los retrasos en la tramitación de permisos ambientales.

Desde Diario El Ranco valoramos el interés por transparentar los efectos económicos de la burocracia, especialmente cuando se trata de territorios con brechas históricas de inversión y empleo. Sin embargo, preocupa la mirada parcial con que se presenta el fenómeno: centrarse exclusivamente en el costo económico sin considerar el valor de los resguardos ambientales y sociales es, al menos, una omisión grave.

Este tipo de análisis revela una desconexión creciente entre algunas casas de estudio y el mundo productivo real, especialmente con los productores agropecuarios y forestales que, en silencio, ya están adoptando modelos regenerativos, sostenibles y de bajo impacto ambiental. Estos actores no perciben la permisología como un enemigo, sino como un estándar mínimo que debe perfeccionarse, no eliminarse, pues han tomado conciencia de la responsabilidad de dejar un mundo mejor que el que recibieron.

La permisología, lejos de ser solo un obstáculo, es un mecanismo de resguardo público. Su propósito es garantizar que los proyectos se ajusten a criterios técnicos que protejan la salud de los ecosistemas y de las comunidades. Reducir tiempos es una meta necesaria, pero eso no debe traducirse en relajar controles ni despolitizar las evaluaciones.

El verdadero desafío es doble: contar con un Estado con capacidades suficientes para evaluar de forma eficiente y con rigurosidad, y al mismo tiempo, impulsar una economía regional que no dependa del extractivismo ni del sacrificio ambiental para generar empleo.

La Región de Los Ríos tiene derecho a crecer. Pero también tiene el deber —y la oportunidad— de hacerlo de la mano de sus productores conscientes, en equilibrio con sus ríos, sus bosques, su gente y su identidad.

Editorial | Diario El Ranco

 

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