Durante años, la palabra regeneración se ha usado con ligereza. Se habla de suelos vivos, de carbono, de sistemas resilientes. Pero pocas veces se responde la pregunta clave:
¿cómo sabemos, con datos, que un sistema productivo realmente se está regenerando?
En Grassland Analysis partimos de una convicción simple:
lo que no se mide, no se puede mejorar.
La regeneración no es un relato inspirador; es un proceso medible, trazable y comparable en el tiempo.
Del discurso al dato
En sistemas ganaderos basados en praderas naturales, como los del sur de Chile, la regeneración ocurre primero bajo el suelo, mucho antes de verse en la producción. Por eso, medir solo kilos de materia seca o carga animal es insuficiente.
Un sistema puede producir… y aun así estar degradándose.
Por eso incorporamos indicadores biológicos, químicos y físicos que permiten leer lo que el suelo está diciendo, no lo que creemos que debería decir.
El caso real: tres años de manejo, datos claros
En un sistema de ganadería regenerativa con praderas permanentes, evaluado durante tres años, observamos lo siguiente:
El carbono microbiano del suelo aumentó cerca de un 50%.
La masa microbiana se consolidó en rangos altos.
La relación hongos:bacterias pasó de rangos excesivamente fúngicos (2023) a rangos funcionales promedio (1:1 a 3:1) en 2025.
El sistema incrementó su stock de carbono orgánico del suelo del orden de 180 toneladas de carbono (C) en 250 hectáreas, (fundo Magdalena, comuna de Río Bueno) solo en el horizonte superficial.
Este incremento de carbono en suelo es equivalente a aproximadamente 660 toneladas de CO₂ retiradas de la atmósfera, considerando la relación entre carbono y dióxido de carbono.
Esto no es una promesa futura.
Es un hecho medido.
Trazabilidad: el corazón de la regeneración
La clave no está en un número aislado, sino en la trazabilidad temporal:
2023: suelo vivo, pero biológicamente desbalanceado y poco eficiente.
2025: suelo más equilibrado, con mejor sincronía entre biología, nutrientes y planta.
Ese desplazamiento —de un sistema conservado a uno funcional— es una métrica de regeneración real.
No todos los potreros responden igual, y eso también es información valiosa. La variabilidad no es un problema: es un mapa de decisiones.
Cuando la biología está, pero la producción no despega
Otro aprendizaje clave fue entender que un suelo regenerado biológicamente no siempre se traduce automáticamente en más pasto.
Al cruzar microbiología, física, química y producción de praderas, quedó claro que:
Las limitantes no eran de manejo ni de biología.
Eran nutricionales: azufre, fósforo, boro y acidez funcional.
Esto cambia por completo la conversación.
La pregunta deja de ser “¿estoy regenerando?” y pasa a ser:
“¿qué está bloqueando la expresión de esta regeneración?”
Métricas que importan (y que se pueden repetir)
Regenerar un sistema productivo bajo Grassland Analysis implica seguir métricas concretas:
Carbono microbiano (µg C/g suelo)
Masa microbiana (MBC)
Relación hongos:bacterias (promedios y dispersión)
Producción real de praderas (kg MS/ha)
Evolución en el tiempo, no fotos aisladas
Estas métricas permiten:
Comparar años,
Priorizar inversiones,
Corregir a tiempo,
Demostrar impacto productivo y ambiental.
Regenerar es decidir con datos
La regeneración no es volver atrás ni romantizar el campo.
Es usar información para producir mejor, con sistemas más estables, resilientes y rentables.
Cuando un productor puede decir:
“mi suelo incrementó su carbono orgánico”,
“mi biología mejoró”,
“mi producción responde a correcciones claras”,
la regeneración deja de ser una idea y se transforma en una estrategia productiva.
Y eso —en un mundo que exige resultados— marca toda la diferencia.
Grassland Analysis
Ciencia del suelo aplicada a la regeneración productiva.
Regenerar no es una opinión: es una métrica
Por Hardy Cárdenas Q. CEO-Grassland Analysis




