¿Seré yo señor?

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Esa es la pregunta que l@s emplead@s públic@s nos hacíamos esta semana, en que finalmente nos hemos enterado que a nivel nacional, se calcula la cifra de 6.200 despidos, lo que a nivel local se traduce a 70 aproximadamente, sin contar las anteriores «desvinculaciones», como nos indicó Claudio Contreras, Presidente Regional de la CUT.

Triste panorama que sienta un precedente, ya que lo mas probable, es que se repita esta realidad, en cada cambio de gobierno, ya que se ha instalado la mirada, de que los cargos públicos son el «botín» del gobierno de turno, obviando que en estricto rigor, los empleados y empleadas públicas son servidores de todos los chilenos y chilenas.

Esta mirada sin duda transgrede la carta fundamental de los derechos de los humanos y de las humanas, suscrita y ratificada por el estado chileno, más ahora que como han coincidido muchas opiniones, se ha torturado sicológicamente al personal de los diversos servicios públicos. Esperas interminables, menoscabo por cambio de funciones, rebaja de grados y maltrato de toda índole, es lo que se deriva de los testimonios de muchas personas, que incluso han recibido la solidaridad de sus colegas de derecha, asqueados por los procedimientos empleados y la cantidad de gente afectada.

Es que no existen criterios claros para no renovar los contratos, ya que no importa, ni la antiguedad, ni calificaciones, ni gestión, pero si se repite en muchos casos, el haber estado vinculados a partidos políticos del gobierno anterior, lo que es claramente una discriminación de pensamiento, práctica reñida, si aspiramos a ser una sociedad democrática, lo que claramente estamos años luz de poder conseguir.

En mi caso particular, como funcionaria de JUNJI, donde se batió el record de despidos, 14 en total, se adujo a presión política. Debo reconocer un trato bastante deferente para mi, por parte de la Directora Regional, y de su asesor Cristian Labbé, ambos reconocieron mi trabajo, lo agradecieron y en un momento hasta manifestaron la intención de contar con mis servicios, lo que fue truncado, al parecer, por la intolerancia de algún personero político de derecha, ya que mi militancia comunista y mi trabajo en derechos humanos, es sabida por todos y todas. Obviamente de nada valió mi calificación en lista 1, anotación de mérito, las portadas de diarios, de la institución, producto de mi gestión de reconocimiento nacional, una realidad que me iguala a tant@s chilen@s y chilen@s exonerad@s políticos, del gobierno de Piñera, pero como dijo alguien, lo que no nos mata, nos fortalece y así como después de haber visto la fuerza interior, de mis amig@s de Dichato y Cocholgue, afectad@s por el terremoto, me queda claro que los cesantes de hoy, somos afortunados, después de ver como la gente de tantos lugares, vivió y sigue viviendo la nada. Colegas, frente a este segundo terremoto, estamos mucho mejor y sin duda, esta es una gran oportunidad de reinventarse….es solo un trabajo, no es la vida.

En estos tiempos hemos visto como lo mejor y lo peor ha salido de las personas que nos rodean….lo que estar fuera se traduce en un alivio, ya que todo indica, que vienen tiempos peores, much@s hemos sido testigos, de como se instalan viejas prácticas al interior de los servicios públicos…..y como dice también una vieja canción, es mejor tener el pelo suelto que la libertad con fijador….ánimo vendrán tiempos mejores, a trabajar para eso en unidad, aunque arriesguemos la piel.

Por mi parte, me quedo con el amor que recibí de las comunidades mapuches de la región, alianzas espirituales que son para siempre, PEUKAYAL!!

Agradecimientos a disfraces «Peña de Horeb» Chacabuco 591-

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Marisol Molina

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