Por Rubén Ramírez Caro
Voy a plantear un tema sencillo que tiene, eso sí, sus aristas. Pero con un poco de buena voluntad de los involucrados se puede solucionar; y a lo mejor entramos por la puerta ancha de la historia en cuanto a prodigalidad y puede que se convierta en ley nacional…
Bueno, digo en nombre del manido “servicio público”, frasecita que me tiene “más arriba del paracaídas”, como lo dijera en cierta ocasión un personaje de triste recuerdo. Propongo que se terminen los famosos “sobresueldos”, tan de moda dentro del conglomerado político chileno y que ciertos avezados políticos usan para darse paseítos por islas caribeñas o Europa…
No puede ser que personas jubiladas lleguen al cargo de primera autoridad comunal, con el pretexto de servir o más bien diría, servirse al pueblo, cobren sueldos como alcaldes y jubilados del erario nacional. Amigos lectores, comprendan que estas personas están cansadas de tratar con la gente. Tienen a su haber un montón de años y por ello se acogieron a retiro. Espero que alguien refute esta opinión. Ellos deberían renunciar a uno de sus sueldos, en nombre del decoro y otras virtudes que le puedan quedar. Diferente es el caso de jóvenes profesionales que deben compatibilizar sus gestiones públicas y privadas. Pero sabemos que la juventud es fuente de energía, asunto vital, para tener un buen gestor municipal…
Ahora veamos el tema de la locomoción colectiva. Nuestros amigos conductores, no están cumpliendo a cabalidad sus recorridos. En el sector del Maitén doblan, ya sea por calle “Los Pellines” o “Los Cipreses”, no llegando al final de su recorrido. En este caso, la calle “Los Mimbres”. Algún funcionario municipal debería fiscalizar esta transgresión ¿o será necesario el concurso de carabineros?
Seguidamente, tenemos, el gravísimo problema originado en calle Comercio, hasta calle Serrano; viniendo o yendo del Puente Comercio, tiene doble sentido de tránsito esta concurrida arteria. En suma, es toda una proeza cruzar la acera de un lado a otro.
Pobrecitos mortales, que no tenemos nada más que un par de ojos, ya que necesitaríamos por lo menos dos pares para mirar hacia allá y hacia acá, el raudo paso de los bólidos mecánicos por esta calle. Hay escasas excepciones, pero son las menos. A ellos los podemos tildar de conductores responsables.
Tarjeta roja para los funcionarios que diseñaron esta verdadera trampa. Es tragicómico ver a personas de la tercera edad, niños y minusválidos, que deben esperar la ocasión de poder cruzar la calle que por el momento no ha cobrado, felizmente, ninguna víctima…
Rubén Ramírez Caro
Cronista y Escritor Miembro de SECH