Durante el juicio oral, la fiscal Tatiana Esquivel acreditó que Francisco Jaramillo muñoz trasladaba a las víctimas a sitios despoblados, donde las golpeaba o amenazaba con armas para robarles sus pertenencias
A presidio perpetuo simple fue condenado ayer, Francisco Eduardo Jaramillo Muñoz, un taxista de 24 años a quien la Fiscalía de Valdivia acusó por los delitos de robo con intimidación, robo con violencia, receptación, tenencia ilegal de municiones y porte de elementos conocidamente destinados a cometer delito de robo.
La fiscal jefe de Valdivia, Tatiana Esquivel, presentó durante el juicio –que se efectuó los días 13, 14 y 15 de septiembre- una serie de pruebas testimoniales, periciales, documentales y materiales, con las cuales acreditó ante el Tribunal Oral en lo Penal de Valdivia que el acusado abordaba a las víctimas a la salida de locales nocturnos y les ofrecía el servicio de transporte de pasajeros, con la finalidad de trasladarlos hasta sitios despoblados para robarles sus pertenencias.
“Durante la investigación se estableció como patrón común, que el acusado manejaba por las noches un taxi que era abordado por las víctimas, a quienes trasladaba al sector Las Mulatas en la comuna de Valdivia. Allí, en distintas oportunidades, intimidó a un pasajero y agredió a otros tres, con el objetivo de sustraerle las especies que portaban. Posteriormente, dejó a las víctimas abandonadas en el lugar”, precisó la fiscal.
El tribunal condenó a Francisco Jaramillo a la pena de presidio perpetuo simple por tres delitos de robo con violencia, un delito de robo con intimidación, seis delitos de receptación y un delito de porte de elementos conocidamente destinados a cometer robo. Además, lo condenó a otra pena de 541 días de presidio por el delito de tenencia ilegal de municiones.
La fiscal Esquivel manifestó su conformidad con la sentencia por cuanto la pena pronunciada por el tribunal, es la misma que ella solicitó durante el juicio y explicó que el presidio perpetuo simple implica la privación de la libertad de por vida, con la posibilidad de que el condenado pueda solicitar algún beneficio carcelario una vez cumplidos 20 años de presidio efectivo.