En la vida, algunos llegan a comprender que el amor no es solo un sentimiento, sino una acción consciente que se extiende más allá de las relaciones humanas. Es una entrega que trasciende lo inmediato y se proyecta en la forma en que cuidamos la tierra, en la manera en que cultivamos valores y en cómo dejamos un legado para quienes vienen después de nosotros.
Personas como Arno Klocker y Carlos Crovetto entendieron esto con claridad. Su amor por la naturaleza no fue una postura romántica ni una simple preocupación ambiental, sino un compromiso profundo con la regeneración de suelos, con la producción sustentable y con la búsqueda de un equilibrio que garantizara la vida. Ellos no solo trabajaron la tierra, sino que la protegieron y enseñaron a otros cómo hacer lo mismo.
Pero este amor no es exclusivo de ellos. Está en quienes comprenden que la naturaleza es la base de nuestra existencia y que defenderla no es un acto de militancia, sino de supervivencia. Está en cada decisión que tomamos, en cada acción que emprendemos para devolverle al planeta un poco de lo mucho que nos da.
Mi propia vida ha sido un camino de aprendizaje sobre este amor. He entendido que no basta con recibir, sino que es necesario dar, aportar, construir. Que la fe, el amor y la naturaleza no son temas separados, sino un mismo propósito, una misma misión: proteger la vida en todas sus formas. Porque si cuidamos la tierra, estamos cuidando a quienes amamos. Si protegemos la naturaleza, estamos asegurando un futuro digno. Y si vivimos con un propósito más grande que nosotros mismos, entonces nuestra existencia cobra un significado más profundo.
Hoy más que nunca, el desafío es claro: sumarnos a quienes defienden la vida, en todas sus manifestaciones. No desde la comodidad de la observación, sino desde la acción. Porque el amor sin acción se diluye, y la fe sin compromiso pierde su esencia.
No tenemos otro mundo para vivir. No hay un plan B. Y si el amor es real, debe ser tangible, debe ser aplicado. Amar la tierra es amarnos a nosotros mismos, es honrar el regalo de la vida y asumir la responsabilidad que ello conlleva. Porque solo entendiendo esto, lograremos trascender verdaderamente.
Hardy Cárdenas, CEO-Grassland Analysis y fundador de ONG-Suelos Vivos.